En la última actualización del Diccionario de la Lengua Española de 2019, la Real Academia Española recoge 4 acepciones de la palabra ‘trapo’. Ninguna de ellas tiene correspondencia alguna con el término bandera. De ahí que el calificativo pronunciado por el Portavoz del Grupo Compromís en el pasado Pleno Municipal del 5 de diciembre sobre la bandera española no puede ser tomado ni con la más mínima seriedad. Es conocida la distancia y reserva del Sr. Alabajos con toda aquella razón o realidad que le pueda hacer caer de su encanto con el proyecto imaginario de ‘Països Catalans’. Y la bandera o cualquiera de los símbolos de nuestra Nación que evidencian el carácter artificial del independentismo suponen para él un peligro.     

Decía el 28º Presidente de los EE.UU., Woodrow Wilson que “la bandera es la encarnación, no del sentimiento, sino de la historia”, y en el caso de la bandera española y nuestros símbolos identitarios, años y siglos de historia detrás, alguno hay. La animadversión hacia nuestra historia y en definitiva hacia España por parte de aquellos que pretenden acabar con todo lo que significa no es más que una estrategia pueril del nacionalismo, que para imponer su aspiración fantasiosa han de recurrir a la descalificación y el menosprecio del proyecto común. Y no es más que simple envidia. Envidia de que nuestra Nación, por muchos palos en las ruedas que se le pongan, demasiados desde dentro, goce de una salud espléndida y mantenga día a día la gran aceptación por parte de la ciudadanía, a la que este proyecto procura su bienestar. La debilidad de los actuales nacionalismos excluyentes es fruto de su base en una historia ficticia e idílica, totalmente alejada de la realidad, frente a la historia común y de prosperidad sobre el que se basa el sentimiento español, que supone un pilar sólido y firme.

Para algunos será un trapo a merced del viento, para otros un motivo de segregación, sin embargo, para la mayoría, el 55% de los españoles según el CIS, es un motivo para sentir emoción o mucha emoción. Estos sentimientos no se circunscriben a un mero ‘trapo’, sino a todo lo que representa éste. La bandera española aglutina bajo su manto a una sociedad con futuro, innovadora, además de gozar de una calidad y esperanza de vida inmejorables; por algo somos el 4º mejor país del mundo para vivir. Así que, si algún ‘trapo’ ha de representarme, no tengo duda: la roja y gualda será (sin olvidarme de la nostra Senyera).        

Amparo Folgado Tonda

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